De aire limpio, pastos y vacas.
Ni coches, ni semáforos, ni humos, ni claxon.
Sin excesos, simplemente un paseo.
Huele a pastos frescos, aire limpio de montaña y suenan cencerros de bienvenida.
Nos saludan acercándose pero con la precaución de quién te cede un huequito en su mundo esperando que no seamos un peligro.
Nos miran, la verdad es que no nos quitan ojo. Esos grandes ojos que parecen maquillados protagonistas de mis cuentos infantiles, y ese morro tan esponjoso y blandito, y el remolino de sus flequillos.
¡Simplemente, BELLAS!
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Y sigue sonando el cencerro.
*(Fotos y videos: Carlos B.G.)